Historias donde el protagonista nunca muere.
Quien
gana frente a la pregunta ‘’ ¿a quién quieres mas a papá o a mamá?’’ cuando
papá es el amor y mamá los amigos. Nos educan bajo el argumento de que la
familia siempre estará ahí, y de que encontraremos a alguien con quien
casarnos, tener descendientes y compartir nuestra vida. Nunca nos hablaron de
los amigos.
Creo
que la única diferencia entre la amistad y el amor es el sexo, y la diferencia
entre la amistad y la familia es la genética. Porque pensándolo bien, todos
hemos hecho cosas por nuestros amigos que jamás haríamos por nuestra familia, o
que nos costaría hacer, algo tan simple como contar nuestras intimidades, los
momentos sexuales que hemos tenido a lo largo de nuestra vida.
Por
eso siempre es bueno contar con el apoyo de los amigos, porque la familia
siempre puede fallar, piensas que sois un ejército y te quedas con los
comandantes y algún subalterno (tus padres y hermanos) que son los que siempre
te salvarán de las trincheras y los problemas graves e importantes, y te
guiarán puesto que no es sólo su obligación, sino que es un placer.
Y
los amores…los amores no me dan para un solo artículo, pero la frase ‘’los
amores van y vienen y los amigos resultan perennes’’ creo que explica por sí
sólo el párrafo que intento ahorrarme en este artículo. Lo malo, o lo
inadecuado, es la dependencia que se crea cuando cuentas con un férreo apoyo en
tus amigos. Son miles las historias que pueden ocurrir tan sólo en la semana de
un adolescente, como es mi caso. Es tanta la pasión que se le ponen a las ganas
de vivir que todo se magnifica y se intensifica la importancia de las cosas,
quizá porque antes no lo habíamos vivido.
No
nos percatamos de que ese apoyo que siempre ha estado ahí, nuestra familia,
sigue estando y nosotros las vamos, no apartando sino que le contamos los
problemas importantes, cuando nos pasa algo con nuestros ‘’amores’’ decimos que
no es nada importante porque no queremos preocupar a nuestra familia con algo
tan circunstancial como una pelea entre dos enamorados, o un ligue que no
termina de cuajar, o una noche tonta en la cama de un desconocido.
Lo
que hacemos es llamar a nuestra mejor amistad….o a una de ellas, depende de la
persona…y a las dos de la mañana llamar al timbre de su casa llorando porque
quien pensábamos que iba a ser ese eterno amor nos había fallado. Y esa amistad, si lo es, nos abrirá la puerta,
despertará de ese letargo que estaba alcanzando en el sofá de su fría y cálida
casa y se mantendrá despierta hasta el amanecer sólo escuchándonos y
apoyándonos.
Se
crea un vínculo desde que dices ‘’ ¿Cómo te llamas? Yo Rafa’’ y la otra persona
responde ‘’y yo Carolina’’ (por poner un ejemplo cualquiera, bien podría ser
María Dolores o cualquier otro nombre); nunca piensas que esa persona a la que
acabas de conocer…quien sabe…en un instituto, una cafetería, una reunión de
amigos; con el paso de los años iba a suponer un gran soporte en tu vida.
¿Hacemos
bien en apoyarnos tanto? ¿No haremos que la otra persona sufra un esguince
emocional al soportar tanto? Es entonces cuando al demostrar que esa persona
puede apoyarse en nosotros creamos inconscientemente un vínculo mutuo, y no ha
de ser en ningún momento trascendental, puede ser caminando de regreso a casa, en
un día cualquiera comenzando una conversación tipo ‘’tengo que contarte una
cosa…’’ y ahí comienza todo, luego suceden salidas nocturnas, llamadas
quincenales si no ocurren cafés vespertinos en cualquier lugar musical, hasta
empatías o conexiones psíquicas. Y sin darte cuenta pasan 7 años, con sus mil
historias por semana.
El
resultado, millones de historias protagonizadas por amores de nombre común, o
situaciones ‘’sex-pecíficas’’ en las que siempre comenzamos con un ‘’ ¿sabías
qué…?’’ y ahora, con tan sólo veintipocos, miramos la vista atrás y siempre
decimos ‘’que estúpidos éramos y que bien lo pasábamos’’ y eso que aún nos
queda para recorrer y para mirarnos atrás en el tiempo y delante en un espejo.
Y
entonces ocurre ese temor de la distancia, el mayor mal de las relaciones
sociales, las amistosas en este caso que nos ocupa, porque una amistad puede
superar barreras como una gran bronca, un error ''inintencionado'', una
situación espontánea…pero ¿alguien puede decirme como mantener la amistad en la
distancia? Todos tenemos amistades, en mi caso a tan sólo 70 Km . que no se han
mantenido, pero ha sido la distancia, o la culpamos por no culparnos a nosotros
mismos de no haber sabido mantener la amistad.
Quizá
lo hacemos para evitar el dolor que supone decir ‘’hace una semana quedábamos
en un banco para hablar y ahora no coincidimos con el teléfono’’ pero siempre
quedará ese vínculo; o quizá lo hacemos porque no maduramos lo suficiente como
para afrontar tal hecho. Pero cuando un amigo, un buen amigo, ese que sabe de
nosotros lo que ni siquiera nosotros hemos asumido, se va es cierto que algo se
muere en el alma; es como si un gran amor se fuera…o peor aún porque esa
amistad nos ha escuchado y limpiado las lágrimas de todos los que creíamos eran
nuestros grandes amores.
Y
cuando esa amistad no se va, siempre se disfruta de la rutina de vivir mil
historias a la semana, de las cuales sólo cuentan cinco, pero el resto se
recuerdan en una fría y cálida casa con una bandeja de tortitas y un buen juego
de mesa…por poner otro ejemplo; dejas la mirada sobre el tablero y comienzas
con un ‘’recordáis cuándo…’’
Por
primera vez voy a enlazar una canción a un artículo. Se llama ‘’The story’’
interpretada por la actriz Sara Ramírez, y obviamente habla de una historia de
amor. En la primera estrofa dice mas o menos así ‘’aquellos renglones bajo mi
rostro es la historia de quien soy, muchas historias de donde he estado y como
he llegado a donde soy, pero esas historias no importan nada cuando no tienes
nadie a quien contarla. Es verdad, lo hice por ti’’ repito, mas o menos dice
eso.
Me
quedo con este fragmento para finalizar aportando un último argumento, da igual
la distancia, un archipiélago a ‘’muchos-cientos’’ Km., o una catedral en Burgos
a 651 km ,
o una carrera que nos tenga a tiempo completo, o una amiga que se va a la
capital a prosperar sentimental y laboralmente. Siempre quedará el recuerdo, el
vínculo de lo que una vez fue y que siempre será, porque cuando la amistad es
sincera, fuerte y existente, no importa la distancia, no importan los hechos, ni
lo que se tarde en volver a ver a esa persona, siempre quedarán historias que
contar cuando hay dos amigos de por medio. Siempre serán historias que
continúan, historias donde el protagonista nunca muere.
Dedicado
a todas las historias de mi vida y sus eternos protagonistas.