Una
ventana abierta. Una estival brisa nocturna que me transporta a los comienzos
de Marzo. Un punto de vista. Un abrazo cálido en el frío. Un capó diferente en
mi coche…de 17 años de edad. Uno nunca se da cuenta de cómo las cosas cambian
cuando sólo se entornan los ojos. Dicen que los ojos es la ventana por la que
la gente puede ver nuestros pensamientos, y nuestra cara el espejo del alma.
Pero, a la inversa, ¿cómo miramos el mundo desde nuestras ventanas?
No
es broma que esta noche me he dado cuenta que el capó de mi coche era de una
forma diferente a la que estoy acostumbrado, y es cierto que es la primera vez
que me he parado a verlo desde frente y no desde el asiento del piloto. Y….para
variar…he pensado.
Un
mismo concepto puede ser visto desde distinto lado y no dejar de ser la misma
figura pero con diferente color. ¿El brillo desde mi perspectiva es mejor que
el de la perspectiva de otro? Porqué intentamos ver lo mejor de nuestro punto
de vista sobre el de otro. Porqué sólo puede haber uno. A veces parece que
tenemos tanto miedo a nuestro fracaso que intentamos pisar el argumento ajeno
de otro punto de vista para poder salir escaldados de nuestro mayor temos.
Puedes
ver a ‘’la Gioconda ’’
con un ojo crítico y ver una obra de arte, y verla con un ojo ignorante y ver
‘’a una mujer posando’’…o a una mujer con la sonrisa forzada, depende del ojo.
Pero si de verdad todos los puntos de vista son respetables y todos son
ciertos, ¿por qué seguimos debatiendo?
En
política parece que es ‘’deporte nacional’’ cuando se escucha y se oye la frase
por antonomasia ‘’si, usted puede estar en lo cierto pero yo tengo razón’’, un
pensamiento incongruente que se pone en mente y boca de todos cuando quiere
quedar bien con lo ajeno y no dejar de tener la supremacía sobre el otro. Y lo
malo de esto es que luego lo rechazamos como un comportamiento propio. Eso ya
es ‘’tradición ancestral’’ en vez de ‘’deporte nacional’’.
Pero
cuando miramos de dentro hacia fuera, nos cabe la pregunta ¿miramos bien? Quizá
necesitaremos un poco mas de ‘’testarudez ocular’’ a la hora de juzgar nuestros
pensamientos, y nuestras gafas morales no sean mas que las lecciones que nos
ayudan a juzgar como correcto lo que estropea nuestra vista…o ha estropeado. (a
veces me asusto de cómo puedo desvariar) pero en una situación social donde
todo cambia, y la crisis económica hace efecto dominó con la sociedad (no sólo
por que la sigue sino porque la empuja al suelo) ¿cómo sabemos que estamos
mirando hacia lo correcto y no hacia el horizonte?
Siempre
sucede la situación en la que dos personas ven a una misma tercera y le asocian
parecidos diferentes con personalidades del cine, aquello de ‘’se parece a Rosi
de Palma’’ y el otro contesta ‘’no, creo que se parece mas a Morgan Freeman’’,
y a lo mejor sólo están viendo un cáctus, o a una señora con un carrito de la
compra. Ninguno de los dos parecidos es el correcto pero ambos deben ser
aceptados porque uno ha mirado de una forma y otro de otra…pero quizá el error
sea ver cuál es el fallo desde la ventana por la que hemos mirado. Porque si el
ojo de ‘’De Palma’’ es el mismo ojo de ‘’Freeman’’, será que el problema…o la
diferencia mas bien…se encuentre en esa buhardilla que llamamos cerebro en la
que residen los recuerdos que nos permiten realizar la asociación de ideas y
así dar nombre a los parecidos que nos…aparecen.
Entonces,
lo mas importante ahora es saber ¿dónde mirar? Por desgracia nunca podemos
poner miras al futuro, pero siempre caminaremos con la incertidumbre (que no
miedo) de saber si miramos a un terreno fijo o no, es como la navegación, antes
de avanzar debes saber a qué zona del oceano diriges tu nave. Y regresando al
presente y a una de las preguntas iniciales. ¿porqué el punto de vista cambia
cuando sólo entornamos una parte de milímetro los ojos?
Es
como cuando estamos ‘’embobados’’, miramos fijamente un punto y parece que
comenzamos a pensar, maquinar ideas (o idealizar máquinas) y entonces parece
que dejamos fijos los parpados y se contrae la pupila. Ocurre que no podemos
pensar y mirar al mismo tiempo. Va a ser verdad que el ser humano no está
biológicamente preparado para acarrear dos grandes acciones al mismo tiempo.
Si, lo sé, ahora me tomaréis por presuntuoso…o por el pito del sereno…al
afirmar que mirar y pensar son dos grandes acciones. Recordar entonces cuántas
veces no habéis visto…perdón…no hemos visto tres en un burro, o no veíamos de
cerca al lobo confundiendo sus orejas con un par de montañitas al fondo. O cuántas
veces hemos errado en situaciones concretas por no pensar detenidamente.
Llego
entonces a la conclusión minimalista de que las mayores proezas…o hechos…ya me
he pasado con el vocabulario…sean tan sólo las que se hacen sin percibirnos de
ello, las automáticas, las que no valoramos, aquello de que lo grande es lo que
no recibe significancia. Respirar, pensar, ver, sentir. A veces pienso que
ponemos demasiado empeño en la marca de una gafa y poca relevancia en la
graduación de la lente. No nos damos cuenta de lo que vale un sentido hasta que
lo perdemos, o lo pierde alguien cercano a nosotros, y es entonces cuando
comenzamos a intentar cultivar una educación sana sobre la vista cuando tenemos
cincuenta años y ya está bastante estropeada, que no perdida; pero ¿quién es
consciente de lo que le conviene cuando se es joven?...ahí es donde entra la
teoría del ‘’ojo inexperto’’ que no es mas que el que quiere mirar con atención
pero comete un fallo y acaba mirando con el tercer ojo…u ojo del culo, ya está
en como se le quiera nombrar. Y claro está el tercer ojo ‘’metafórico’’ (como
si el ojo del culo fuera real) pero ese sólo nos ayuda a posar correctamente en
las fotos…o no, por que si nos fijamos a vista de pájaro grandes fotos o fotos
famosas el tercer ojo se situaba en una barbilla elevada o una mano que cubría
una parte del rostro.
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