viernes, 21 de julio de 2023

#ViernEscrito 07. Utopía, para (dis)gustos, colores.

 No se puede negar que la política sigue agitando la sociedad, a nivel universal a pie de calle, y a nivel particular en la mesa de tu casa. Resulta curioso como, cuando debatimos con nuestros familiares o amigos, se parte de un punto común, y se acaba en la correspondiente discusión (o bronca si hay gritos de por medio) con las diferencias que ejercen presión sobre el argumento.

Buscando información sobre por qué no se llega a un entendimiento, encontré un artículo de la Universidad de Navarra en el que el investigador David Thunder del ICS de la misma universidad, en España no hay una cultura de diálogo; lo entiendo perfectamente, porque en los pequeños círculos en los que he tenido la oportunidad de hablar de actualidad política como ciudadano, difícilmente se llega a un punto en común, siempre hay consenso de un problema a solucionar, pero no en el modo.

Me surge entonces la pregunta de que, si nosotros a pie de calle, sin la presión de tomar una responsabilidad determinante, no podemos ponernos de acuerdo en como esbozar desde nuestra ignorancia una posible solución ¿con qué criterio se lo exigimos a los que tienen en sus manos el poder de cambiar las cosas? Luego recuerdo lo que cobran y sus condiciones laborales, y entiendo por qué le pedimos que sean coherentes, dialogantes y, puestos a pedir, adultos.

Durante estos últimos años parece que el nivel de crispación durante las sucesivas campañas electorales (si tiro de hemeroteca seguro que me remonto un par de décadas) ha ido en aumento y a cada nueva campaña que se anunciaba, parecía que el nivel aumentaba, y lejos de parecer llegar a un techo, siempre ascendía un piso más, ¿llegará al final del mal ambiente? No lo parece.

Entre las cortinas de humo, lo que no se sabe, y lo que no se quiere saber; es más factible que los ciudadanos ‘’anden a la gresca’’ en términos políticos, de esa forma es como si no estuviéramos pendiente de los errores que cometen los dirigentes y así disponemos de un criterio pasional a la hora de elegir papeleta, que uno informado y meditado.

Al fin y al cabo, la política es una actividad difusa que no pertenece a ningún sistema político, a ninguna criatura ni a una geografía específica (Artículo de Ágora, 2019); así que se podría decir que por cada pensamiento puede haber un sentimiento político diferente. Pero pensando, recordé que si han habido momentos históricos en los que se ha puesto de acuerdo dispares ideologías, en nuestro país, sin ir más lejos, tenemos un claro ejemplo, la Constitución que nos regala un día festivo todos los años.

Dejando aparte la urgente necesidad de actualización de la misma. Si una vez pudimos estar de acuerdo bajo un fin común de avance general del país para avanzar como sociedad (qué bonita y pedante expresión) ¿cómo es posible que no seamos capaz de ponernos de acuerdo en medidas que nos hagan avanzar en educación, investigación científica y medioambiental, sanidad, vivienda...y un largo etcétera que no depende de ideología sino de sentido común?

Considero, como la mayoría de las personas que hablo, cada una de su propia ideología, que las cosas no cambiarán porque a los que pueden cambiarlas no les merece la pena cambiarlos; es, quizá, el pensamiento más triste que un votante puede tener. ¿La imagen? Un partido de tenis donde se van pasando la pelota de un lado a otro, subvencionado por el dinero de todos, y sin la gracia y arte que puede tener un profesional del tenis como Carlos Alcaraz.

Parece que tanto color en nuestras banderas y parlamento, y lo vemos todo negro, ausencia del color, no porque no haya color, sino porque a pie de calle parece que no quede esperanza, es como si nos hubiéramos abandonado a la idea de que nos gobiernan otros y entonces no hay más que dejarse llevar. ¿No habrá inconscientemente un sentimiento de control de masas en todos los partidos, indistintamente de su ideología? Al fin y al cabo, en lo que si se coincide desde un extremo a otro, pasando por el centro que a más de uno le gustaría; es que el primer motivo de presentarse, es seguir en el candelero, y luego ya, hacer algo por los demás.

Dedicado a los que como yo, creen que el sistema no está mal diseñado, pero sí que está mal gestionado. Por que un día haya una política coherente, consensuada y a favor del avance de un mismo territorio, donde se tenga en cuenta la ideología pero prime el punto en común; quizá esa sea la mayor utopía. En este post no hay música. Porque #ViernEscrito está, lo que acaba en punto y final. 

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